El desarrollo de un tenista es un proceso, que consta de altos y bajos, avances y retrocesos, triunfos y derrotas.
Un proceso no es sinónimo de una línea en ascenso continuo.
Un proceso implica un progreso marcado por triunfos y derrotas que contribuyen a esa mejora.
A un tenista lo moldean los errores y las derrotas, mucho más que las victorias.
Las adversidades dejan valiosos aprendizajes, por lo que los padres no deben evitárselas a sus hijos.
Es en esos momentos, en los que hay que sostener y creer en el proceso.
Porque un día cualquiera, todas las piezas van a encajar, y el tenis de ese jugador va a emerger y florecer.
Un detalle mínimo o un hecho sin importancia, puede ser el detonador para que ese tenista encuentre su camino, plasme todo su potencial y lleguen los triunfos.
A veces, para que lleguen los éxitos, algunos jugadores necesitan cambiar su juego.
Otros requieren creer en su juego.
Conozco jugadores que necesitan ordenar su juego.
Hay tenistas a quienes les falta saber usar su juego.
Existen tenistas que requieren saber a qué juegan.
Hay jugadores que deben aprender a variar su juego.
Conozco tenistas que necesitan solidificar su juego.
El jugador debe saber qué desea mejorar, y buscar al entrenador preciso para ese fin.
Un coach no es igual de bueno corrigiendo todas las facetas del juego.
Un entrenador, al igual que un tenista, también tiene fortalezas y debilidades.
Pero cuidado.
Muchos creen que van a encontrar un gurú, que les va a solucionar sus problemas tenísticos, revelándoles una fórmula secreta.
Entonces, cambian y cambian de entrenador.
Pero lamentablemente esa fórmula, y ese gurú, no existen.
La única fórmula para el éxito en el tenis, y en cualquier ámbito de la vida, creo, es el trabajo, la dedicación.
El jugador que desea triunfar debe llegar puntual y entrenar con humildad, concentración e intensidad.
Todavía no existe una mejor fórmula para alcanzar el éxito, que el trabajo bien hecho.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
