Me parece escandaloso que el italiano Jannik Sinner hay sido absuelto, pese a su dopaje.
A simple vista, parece muy injusto que haya podido seguir jugando como si nada, lo que no había sucedido en casos similares.
Sin embargo, su caso acarrea múltiples efectos colaterales negativos, que no resultan evidentes.
¿Cómo les explicamos a los niños que no deben hacer trampa, si ven que sus ídolos recurren a la trampa?
¿Cómo les pedimos a los niños que confíen en la justicia, si actúa favoreciendo a unos y perjudicando a otros, ante una misma falta?
¿Cómo les pedimos a los niños que confíen en los demás, si ya son muchos los deportistas descubiertos con doping?
¿Cómo les explicamos a los niños, que se pueden alcanzar las metas de forma honesta?
¿Cómo les exigimos a los niños que entrenen a consciencia, si otros usan además herramientas ilícitas?
¿Cómo les pedimos a los niños que crean que sus ídolos alcanzan sus metas solo con su esfuerzo?
¿Cómo les explicamos a los niños que los grandes jugadores, son de verdad tenistas excepcionales, si necesitan hacer trampa y doparse? ¿Cómo les explicamos ese contrasentido?
Esas preguntas, y muchas otras, me surgen a raíz del caso de Jannick Sinner.
Situaciones como ésta socavan la confianza en el sistema, y pueden desmotivar a los niños respecto al deporte.
Además, resulta posible que los niños perciban que un comportamiento correcto no tiene valor, ya que incurrir en una falta grave no es sancionado.
Los efectos de la indulgencia hacia Sinner, exceden lo deportivo.
Tiene enorme impacto social, pues se trata de un atentado contra los valores.
Aunque algunos no se den cuenta de los devastadores efectos, de la equivocada decisión que tomaron.
Pero para sancionar al italiano había que tener una valentía y rectitud, a todo evento.
No solo cuando se trata de jugadores no tan conocidos.
Porque en esos caso, nunca les ha temblado la mano.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
