Creo que los jugadores que recién empiezan a competir, deberían sentirse orgullosos por tener la valentía de explorar algo nuevo, desconocido. Los felicito por eso y les aconsejo que se relajen y disfruten al máximo esa etapa, ya que cuentan con permiso para perder y equivocarse.
Se encuentran en el inicio de un proceso de aprendizaje, durante el que tienen derecho a ser derrotados por la ansiedad, frustrarse, no saber cerrar un partido, errar la táctica, desconcentrarse o no elegir el golpe idóneo en una cierta jugada.
De tanto querer ser buenos en todo, se nos olvida lo bonito que resulta ser principiantes, período en que todo se mira con ojos nuevos y una cierta inocencia.
Algunos piensan que si llevan mucho tiempo entrenando, o jugando partidos en su club con amigos, entonces deberían obtener buenos resultados en los campeonatos. Pero competir es otra cosa.
Exhibir un cierto nivel en partidos recreativos y con rivales conocidos, no asegura que el tenista plasmará en la cancha un rendimiento similar, a la hora de participar en un torneo disputado en un club distinto, ante un adversario del que no posee información y sabiendo que si pierde queda eliminado.
Lo anterior constituye mucha presión, que hay que saber gestionar. Eso no es posible enseñarlo desde la teoría, sino que se trata de una experiencia personal. Solo se aprende a competir compitiendo, aunque suene redundante.
No se pueden reproducir en el entrenamiento, las condiciones que se presentan al exponerse al estímulo de la competencia (tensión, nerviosismo, entre otras), por lo que el jugador debe aprender a lidiar contra esos factores, y dominarlos, en los torneos mismos. Y eso no es inmediato.
Cuando recién empiezan a inscribirse en campeonatos, los jugadores pueden imponerse metas pequeñas, alcanzables, distintas a solo ganar partidos. Por ejemplo, cometer menos dobles faltas que en el encuentro anterior, o ser más consistentes. La idea es que los tenistas se exijan a sí mismos progreso y no solo triunfos ni menos perfección, ya que eso los conducirá irremediablemente a frustraciones.
En resumen, insisto, quienes comienzan a jugar torneos deben disfrutar ese camino, permitiéndose fallar, equivocarse, algo normal en la etapa en que se hallan. El error es una pieza clave pues posee gran valor pedagógico, porque es la única forma de aprender.
Todo es ensayo y error. La vida, el tenis, todo. Nadie nace sabiendo.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
