Hay días en que todo va mal en la cancha.
Tu juego no funciona. No sientes bien la bola y pelota que golpeas se va fuera, o a la red. A eso se suma el mal humor, producto del bajo rendimiento. Todo lo anterior te hace caer en un pozo, desde donde la salida se ve cada vez más lejana.
En esas condiciones, no estás siendo un jugador competitivo. No representas un escollo serio para tu rival, ya que no te hallas metido en el match. Permaneces más preocupado de luchar contigo mismo, que contra tu adversario.
Pero todo tiene solución.
Si no estás jugando bien, y el marcador refleja que te superan ampliamente, ponte metas pequeñas. Eso te ayudará a revertir la situación, pues así no te presionarás en exceso.
Por ejemplo, si sirves 0-4 en el primer set, saca de tu cabeza la idea de alcanzar el 4-4 y equilibrar el encuentro. Empieza por lo básico. Primero, apunta a la regularidad, usando tiros con margen para disminuir el riesgo de fallar. Cuando lo logres, intenta ganar dos puntos seguidos. Para alguien que está jugando mal, esos son propósitos realistas.
Luego, fíjate como objetivo quedarte con tu primer game del set.
La suma de pequeños éxitos te va dar confianza, por lo que tu juego fluirá de nuevo. Eso te llevará a emparejar la lucha, por lo que existirá la posibilidad concreta que acortes distancias en el marcador.
Las metas deben ser progresivamente más ambiciosas, a medida que consigues objetivos. Así que parte de a poco, comienza por lo simple.
Lo que importa es que veas que mejoras y vuelves al partido; que compruebas que tu juego se torna otra vez competitivo e incomoda a tu oponente; que sientes que avanzas, aunque sea a paso lento.
Con la manera que propongo de enfrentar un marcador adverso puede que tu progreso, tras un mal inicio, te alcance para ganar el match. O tal vez, no. Nadie lo sabe. Pero lo seguro es que tus avances durante el encuentro, serán suficientes para que salgas de la cancha con la cabeza en alto.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
