No escribo la presente columna para presumir de mis épicos triunfos tenísticos, ni de mi brillante carrera.
Primero, porque me daría vergüenza.
Segundo, y lo medular, pues no cuento con victorias rimbombantes, ni una trayectoria resplandeciente. Al contrario. Sé más de decepciones y derrotas, que de éxitos y alegrías dentro de la cancha.
Cuando competía, era como casi todos: trataba y trataba y, a veces, conseguía ciertos objetivos. Así que vivía en un intento permanente.
Entonces, redacto este texto para relatar algunos de mis errores, derrotas y debilidades, y lo que me enseñaron. Son los mismos fracasos que los de la mayoría, que me permiten empatizar con gran parte de quienes leen estas líneas.
“Nunca pienses que has ganado. Nunca pienses que has perdido”, decía Guillermo Vilas.
Y eso me lo grabó en la memoria, una dura derrota.
Disputaba un torneo internacional para juveniles, cuando mi rival cortó cuerda y se quedó sin raquetas.
En su desesperación, logró que le prestaran una de una marca distinta a la suya y, además, trizada.
Reanudamos el juego, y mi adversario envió fuera la pelota de inmediato, en los tres primeros puntos.
Y ese momento resultó fatal, porque me confié. Me relajé.
Parece broma, pero sucedió: me venció un oponente con raqueta ajena y, encima, trizada.
Olvidé que un partido puede cambiar en tan solo una bola, lección que no he olvidado jamás.
Yo era capaz de entrenar con buenos jugadores, fallando incluso menos que ellos.
Pero nos tocaba en los torneos, la diferencia de ranking ahí sí se notaba y me ganaban fácil.
De esa forma aprendí, que un buen jugador se ve en las competencias, no en las prácticas.
Su nivel real queda plasmado en los campeonatos, cuando vale el punto, hay que saber leer tácticamente el encuentro, existe presión y se debe triunfar.
Cualquiera puede entrenar bien, pero no todos rinden ante el riesgo de quedar eliminados.
Si un tenista falla poco en las prácticas, aparenta ser consistente.
Cuando casi no se equivoca en partidos de torneo, se está en presencia de un jugador realmente sólido.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista.
