Los partidos de tenis que más recordamos, no son los que ganamos con facilidad.
Los encuentros que no se olvidan nunca, son aquéllos en los que nos impusimos de manera ajustada, por una pelota, o los que perdimos en tres sets, luego de horas de intensa lucha.
En esos casos, se genera un respeto mutuo entre ambos tenistas. Ninguno de los dos, jamás olvidará el nombre del otro.
Así que cuando mires el cuadro de un torneo, y veas que te toca difícil, alégrate. Vivirás una dura batalla, que permanecerá para siempre en tu memoria.
Que no te intimide la estatura, tamaño del bolso, vestimenta, zapatillas o número de raquetas que exhiba tu rival.
Lo esencial, es quién juega mejor tenis durante el partido.
Saldrá victorioso, el que descubra cómo dañar al adversario. Hay que saber pegar, sin que te peguen, como en el boxeo.
Conquistará el éxito el jugador que tome las mejores decisiones, en los momentos de máxima presión. Se impondrá el que sepa cuándo arriesgar, o defenderse.
Triunfará el que tenga mayor aplomo y carácter. No el que no esté nervioso, sino quien logre dominar esos nervios.
Vencerá, el que crea más en sí mismo.
Será superior, el que exhiba un nivel similar al de los entrenamientos, y el que haya practicado más cuando no tenía ganas, anteponiendo la disciplina a los deseos de quedarse en casa.
Merecerá el triunfo, el que dé un poco más, cuando crea que ya no puede dar más.
Queda claro que lo más relevante para ganar no radica en elementos externos, sino que en el interior del deportista.
Si no fuera así y bastara con jugar con la mejor raqueta, por ejemplo, el tenis sería demasiado fácil.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
