En la actualidad veo a algunos grandes jugadores de tenis, que en el pasado tuvieron un éxito enorme y hoy casi no ganan encuentros, tristes y abatidos por su presente esquivo en victorias.
Y eso, aunque suene extraño, me molesta, me fastidia.
Ocurre que todo se acaba, señores.
Asuntos de bastante mayor importancia que el tenis, también.
Los matrimonios, las amistades y la vida misma, terminan. Todo, todo, todo tiene un principio y un fin.
En la vida, lo único permanente es el cambio, y quien no lo entienda sufrirá de forma periódica.
Estos famosos jugadores califican su presente plagado de derrotas como extremadamente duro, habiendo conocido la gloria por años y con la cuenta bancaria colmada de dinero.
Muy pocos pueden vivir eso.
A la mayoría ni siquiera se le presenta la oportunidad de lograrlo y si la llegan a tener, fracasan por diversos motivos.
Pienso que esos tenistas que hoy no ganan, quienes acumularon cientos de triunfos hace un tiempo, la vida ya les dio demasiado.
Pero ellos no se sienten felices por eso. No se dan cuenta de lo afortunados que fueron, exigiéndole siempre más a la vida.
No son felices por lo que les falta, cuando parece mejor opción ser feliz por lo que sí tienen.
Cuando se cuenta con una larga carrera plagada de éxitos, hay que ser consciente que los elegidos para algo así son escasos.
La vida no es tan generosa con todos.
Así que creo que, en los casos de estos jugadores, es mejor que se quejen menos y agradezcan más.
Y que acepten que nada es eterno.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
