En el tenis, las pausas sirven para recuperarse, pensar y encarar mejor lo que viene
Pero, muchos jugadores las ignoran.
No utilizan bien las pausas en los cambios de lado, ni entre los puntos.
Parecen siempre apurados.
Al servir, le dan botes a la pelota y lanzan la bola sin ninguna pausa, entre ambas cosas.
Fallan y, sin pausa, comienzan a darle botes a la pelota nuevamente para, de inmediato, ejecutar su segundo servicio.
Tras darle botes a la pelota, no se dan el tiempo de respirar.
Inhalar y exhalar calma la mente y ayuda a que el movimiento fluya mejor.
Ese aceleramiento eterno está gatillado, en general, por la ansiedad y la costumbre de hacer todo sin pensar, en modo piloto automático.
La pausa también es aplicable al ataque, jugando con cuidado las cuatro primeras pelotas de cada punto.
Pero jugarlas con cuidado no implica impactarlas con escasa velocidad, sino que con un buen margen sobre la red y respecto a las líneas y, ojalá, con peso.
La importancia de los cuatro golpes iniciales es que si se juegan bien, se tomará el control del punto, lo que dará la posibilidad de atacar.
Estoy convencido que los entrenadores también deben emplear pausas, y no traspasar un cúmulo de instrucciones a sus pupilos luego de cada punto.
Creo que lo ideal es transmitirles una sola indicación y darles tranquilidad para llevarla a la práctica, sin bombardearlos con más consejos por un rato.
Pero eso es lo contrario a lo que veo en general.
Tiempo atrás, cuando un jugador se acercó a su toalla, el coach le dijo lo siguiente: “Mueve los pies; háblate positivo; tienes tenis de sobra; esto recién empieza; no regales nada; acelera la mano; no le des ángulo”.
Entremedio también iban un par de infaltables “vamos” y otros tantos “dale”, y un par de garabatos para motivarlo, me imagino.
Nadie puede asimilar tanta información inconexa.
En este caso, a mí me parece que no se está frente a un entrenador, sino que se trata de alguien con incontinencia verbal que delira, desvaría o alucina viendo el partido, producto de la fiebre, el trasnoche o la deshidratación causada por el sol inclemente.