Si recién empiezas en el tenis, o no llevas demasiado tiempo, tómalo con calma.
Primero, trata de hacer bien lo simple, lo básico.
Intenta sostener un peloteo, por breve que sea. Al principio cerca de la red, para luego retroceder de a poco, hasta llegar al fondo y utilizar la cancha completa.
Luego, imponte una pequeña meta: no fallar en la red. Si tiras la bola fuera, no importa, pero no la dejes en la malla.
A continuación, trata de darle dirección a la pelota. Tiempo después, agrégale profundidad.
Una vez que lo logres, suma a tu repertorio los distintos efectos. Y por último, imprímele velocidad a la bola.
En general, en los clubes, los jugadores anteponen la potencia a todo lo demás, sin seguir una secuencia de dificultad progresiva, comenzando por lo más complicado.
El problema es que resulta muy complejo golpear, con éxito, una bola a alta velocidad. En ese intento los errores se multiplican, lo que es frustrante.
Entonces, lo mejor es dominar primero lo básico, ir peldaño a peldaño y agregar, al final, la potencia.
“Más vale el control sin potencia, que la potencia sin control”, afirma un dicho extremadamente sabio, pero poco aplicado.
Si no se domina lo simple, lo más difícil puede constituir un reto inabordable, pues no se contará con las herramientas necesarias, para alcanzar los objetivos propios de una mayor exigencia.
Un edificio debe contar con cimientos firmes, para soportar el peso de los pisos que lo constituyen.
Así que no hay que apresurarse. En el tenis, no siempre triunfa quien le imprime más velocidad a la pelota. Existen otros recursos, tanto o más relevantes, para ganar un partido.
Ve paso a paso, con orden, quemando una etapa tras otra, sin saltarte ninguna, y serás un mejor tenista, más consistente, completo y sólido.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
