El otro día fui a una feria del libro y vi pasión en los expositores, que tenían pulcramente exhibidos sus productos, y pasaban sonrientes largas horas en sus puestos, atendiendo de manera amable a sus clientes.
Días después acudí a una convención de coleccionistas de objetos relativos a una famosa bebida, y los asistentes hablaban animadamente del tema entre ellos y también con los expositores, con verdadera pasión sobre lo que los convocaba.
Veo esa misma pasión en la gran mayoría de los participantes de los torneos para seniors, en los que los tenistas tienen que disputar sus partidos muchas veces en horario laboral, por lo que deben organizarse para cumplir tanto en el trabajo como en el deporte, en el mismo día.
El problema es que hoy no aprecio esa auténtica pasión, en una parte de los jugadores, de distintas edades, que compiten.
Dicen que les encanta el tenis, y que desean conseguir objetivos importantes, pero hay que perseguirlos para que calienten correctamente antes de empezar el trabajo diario en cancha, por ejemplo.
Los veo muy enfocados en las redes sociales; en el balance, el peso y el largo de su raqueta; el grosor y la marca de la cuerda que usan; las tenidas que utilizan para los torneos; el bolso, o el over grip.
Lamentablemente, los percibo poco concentrados en lo esencial: ver mucho tenis y entrenar a conciencia, sin esperar que sea su entrenador el que los motive para hacerlo así.
Para mí, entrenar bien resulta básico, fundamental: todo lo demás lo considero accesorio y viene después.
Para tener éxito en el tenis, se necesita entrenar igual de bien con frío o calor, tanto en la mañana como en la tarde, en la semana o el fin de semana, con la cancha buena o mala, con pelotas usadas o nuevas, con o sin ganas.
Y eso sin pasión por el tenis, resulta imposible. La pasión por algo no se puede comprar: se siente o no se siente y es lo que hace que no exista cansancio, ni hastío hacia la actividad a desarrollar.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
