Mi columna anterior, titulada Tenis vs. pádel, les agradó a muchos, pero otros tantos definitivamente la detestaron.
Algunos me felicitaron, otros me insultaron y hasta me plagiaron, publicando mi texto con su nombre. Fui víctima de una especie de usurpación pacífica o no violenta, término muy de moda hoy en Chile, por parte de quienes se atribuyeron la autoría de mi escrito.
Esa columna obtuvo mil quinientos likes aproximadamente en redes sociales, fue compartida más de un millar de veces y los comentarios sumaron cerca de medio centenar, algo que nunca me había sucedido.
Así que les agradezco a todos los que se dieron el tiempo de leerla.
Lo ocurrido me permitió extraer una conclusión, que me permito compartir.
Mientras traté aspectos técnicos, tácticos o intenté transmitir valores a través de mis publicaciones, el interés fue bastante moderado.
Pero desde el minuto que en abordé un tema polémico, que divide, la atención hacia mi columna creció de forma exponencial.
Así que el camino hacia una mayor popularidad es uno solo, lo que me decepciona un poco.
Todo lo que afirmé en mi columna anterior, se refería tanto al tenis como al pádel a nivel recreativo o de iniciación, lo que al parecer no quedó claro.
La verdad, no tengo nada contra el pádel.
Lo único que afirmo es que para practicarlo entre amigos, el tenis exige más técnica y disciplina.
En contrapartida, no puedo negar que el pádel ofrece mucha más diversión.
Pero para algunos, esa aseveración constituyó un pecado mortal, una puñalada.
Cada quien tiene derecho a elegir su deporte. Como muchos sostienen, lo relevante es realizar alguna actividad física con regularidad.
Creo que el tema pasa por tener conciencia de qué terreno se pisa, qué tipo de deporte se practica (su grado de dificultad, y el lugar que ocupa respecto a otras disciplinas), y por qué se lo prefiere.
Hay que ser auténtico, no engañarse, y no pretender ser lo que uno no es.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
