Cuando juegues un partido de entrenamiento, fíjate objetivos.
No juegues por jugar, a la deriva, a lo que salga, sin saber qué buscas, sin un propósito.
Ponte cómo meta subir más a la red, jugar con más slice, o ser más agresivo con tu primer servicio, por ejemplo.
Elige un objetivo para ese partido, y enfócate en eso.
Cada entrenamiento tiene que tener un sentido, y apuntar a una mejora específica.
Cuando falles, trata de no lamentarte por el error que cometiste. En vez de eso, preocúpate y enfócate en no perder el próximo punto.
Está en ti, no caer en los mismos errores que en el punto pasado, y hacerlo mejor.
Solo puedes incidir en el punto siguiente. El que perdiste ya está perdido, y eso no va a cambiar por más que te enojes, grites o quiebres la raqueta.
Algunos entrenadores cuyos alumnos cuentan con revés a dos manos, creen que si motivan a su jugador a usar el slice, eso hará que recurran a ese golpe en exceso para tener menos desgaste físico, pues el tenista cuenta con mayor alcance impactando la bola a una mano.
Desde mi punto de vista, esa creencia resulta errada. Pienso que el slice es un recurso imprescindible que se está perdiendo, que resulta muy útil para defenderse, cambiar el ritmo del punto, entrar a volear, traer a la red al oponente, incomodarlo e impedir que ataque.
Un ejemplo es Fernando González, quien obtuvo sus mejores resultados cuando usó con frecuencia su revés con slice, bajo la dirección de Larry Stefanky.
El abuso en la utilización del slice, se produce cuando el jugador con revés a dos manos no se encuentra bien preparado físicamente, o su falta de cultura táctica le impide discernir cuándo es beneficioso emplearlo.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
