Estoy convencido que jugar bien tenis consiste en imponerse en la lucha por disponer del mayor tiempo posible para ejecutar los golpes, recorrer menos espacio al desplazarse y ubicarse mejor en la cancha, para ser capaz de atacar con frecuencia con el fin de imponer los términos propios.
Quien juega bien, logra que el oponente se sienta casi siempre incómodo, al sacarlo de su zona de confort. Eso se puede lograr a través del ritmo que se le imprime al peloteo, las zonas de la cancha en que se hace jugar al rival, junto al tipo de desplazamientos que se obliga a realizar al adversario.
Un buen jugador presiona al oponente casi todo el tiempo, obligándolo a pensar rápido y cometer errores.
El que juega bien identifica los momentos del partido. Existen pasajes para la cautela y otros, para ir por todo. Jugar bien tenis también implica cerrar los encuentros cuando corresponde, para evitar el desgaste físico innecesario.
Quien juega bien es fuerte en el aspecto mental, y no se enfrasca en discusiones que lo podrían desconcentrar.
Para mí, el buen tenista mantiene un bajo perfil, sin perder el centro ante el triunfo, ni la derrota. Aunque esté jugando mal y el marcador le sea adverso en extremo, un jugador de calidad permanece tranquilo y callado, siendo indescifrable para el oponente, ya que no se descontrola.
Al contrario, se mantiene agazapado como una pantera, la que espera en silencio y muy atenta el momento preciso para dar el zarpazo y atrapar a su presa, listo para volver al partido en cuanto el adversario se descuide, y le dé la más mínima oportunidad de dar vuelta el match.
Quien juega bien hace lo justo, sin buscar la espectacularidad inútil. El buen tenista no busca excusas, habla poco de sí mismo, trabaja duro y deja que su rendimiento hable por él.
Por todo lo enumerado, ¡qué difícil resulta ser un buen jugador de tenis!
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
