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La trama de dos tenistas en la tercera división

Publicado: febrero 18, 2017
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La trama de dos tenistas en la tercera división

Ricardo Urzúa y Juan Carlos Sáez son dos tenistas que el año pasado, mientras jugaban en Chile, fueron puestos en sospecha luego de que los partidos en los que perdieron atrajeran un flujo sorpresivo de apuestas. La situación sacó a flote las dificultades de competir en la última división del tenis. Un circuito donde, como ellos mismo cuentan, ganar no alcanza para pagar las cuentas.

Juan Carlos Sáez ya no quiere esto. No quiere ser el tenista de 25 años y 614 en el ranking profesional que tiene que pagar nueve mil pesos la hora por el arriendo de una cancha dura en Los Trapenses para prepararse para jugar una serie de torneos menores en Egipto en los que, con suerte, si gana varios, solo podrá recuperar la inversión del pasaje. Lo que Juan Carlos Sáez realmente quiere es volver a ser el tenista que era hace dos años, cuando estaba 230 del mundo, era parte del equipo chileno de Copa Davis, y la proyección de su juego lo alejaba cada vez más de los Futuros: la serie de torneos que forman la división más baja y precaria de su deporte. Aunque también hay otra cosa. Juan Carlos Sáez, que ahora castiga con su derecha al juvenil con el que entrena, no quiere ser de los tenistas que el mundo mira con sospecha.

Fue a finales del año pasado. El presidente de la Federación de Tenis de Chile, Ulises Cerda, dio a conocer un correo que le había llegado de una agencia polaca de investigación. Decía que en dos partidos de un campeonato Futuro, en Talca, jugado la última semana de noviembre de 2016, se habían producido flujos poco razonables de apuestas. No había más antecedentes que esos, pero tanto interés en un torneo que reparte 10 mil dólares, el mínimo que hasta el año pasado permitía la Federación Internacional de Tenis (ITF), causaba sospechas de que alguno de los jugadores hubiese aceptado dinero para perder y que el conocimiento de ese soborno disparara las apuestas. Uno de esos partidos fue el que Sáez perdió en segunda ronda contra Alejandro Tabilo, seis años menor y 142 puestos más abajo que él en el ranking.

-Desde septiembre hasta ahora que sufro una pubalgia -dice Sáez a “Sábado”-. Estuve tres meses yendo el kinesiólogo todos los días, sin poder entrenar. Sin poder pegarle, sin sacar, sin hacer un abdominal. Yo jugué esos Futuros porque estaba desesperado.

Después de Talca, Sáez perdió en las primeras rondas de sus dos siguientes torneos en Chile. Luego se fue una semana de vacaciones a Playa del Carmen con su novia. Ese, dice, es el único gusto que se ha dado en su vida de tenista. Y fue con la ayuda de ella.

-Yo venía llegando y lo primero que me dice mi papá es: ¿te viste en el diario? Pucha, obvio. Si me bombardearon estando allá. Pero le expliqué que eran puras acusaciones falsas -dice.

El otro acusado era Ricardo Urzúa, de 28 años y 934 del ranking. El partido dudoso fue uno que también había perdido en segunda ronda en Talca, contra un argentino de 19 años y 1.221. Lo sorpresivo, sobre todo, fue que Urzúa solo le ganó dos juegos.

-Creo que era un partido que de verdad podía perder. Yo venía algo cansado de la gira por Europa y ese día en particular me sentí con molestias estomacales. Pero tampoco era un dolor que no me dejara competir. Él me ganó bien -se defiende Urzúa, en la casa de sus padres en Rancagua.

-¿Cómo explica el reporte sobre el flujo de apuestas?

-Esos reportes de apuestas son semanales. Llegan a todos los supervisores de torneos, porque hay mucha gente que es adicta a las apuestas. Pero no te pueden manchar la carrera con algo que tú no hiciste.

Ricardo Urzúa sabe que la sospecha no es nueva. Que mucha gente se pregunta cómo un tenista como él que, por ejemplo, en 2016 solo ganó 5.847 dólares en premios por torneos profesionales, logra financiarse competencias fuera del país durante 16 semanas al año.

-Siempre tuvimos esa (mala) imagen, pero es injusto -dice-. Ser tenista y no tener recursos, como otros acá, no nos hace culpables ni menos tenistas.

Según un estudio de la ITF, de 2013, el costo promedio anual para jugar tenis profesionalmente, sin incluir a un entrenador y solo sumando pasajes, alojamiento, alimentación, encordados, lavandería, vestimenta y traslados al aeropuerto, era de 38.800 dólares. Apenas cuatro chilenos cruzaron ese umbral el año pasado en premios. El mismo estudio dice que, en teoría, recién en el puesto 336 del ranking, los ingresos de un tenista igualan a los egresos. Tres chilenos actualmente están en esa condición en singles. Bajo ese criterio, de los 8.874 hombres que jugaron torneos profesionales ese año, el 96 por ciento habría perdido dinero. Jorge Aguilar, ex 167 del mundo, vivió eso de cerca.

-El que dice que puede vivir tranquilo jugando Futuros, está mintiendo. A lo más generas plata para financiarte el siguiente torneo.

Para Ricardo Urzúa, hijo de un mecánico de la mina El Teniente, no siempre fue así. Hace 10 años era el décimo mejor juvenil del mundo. Dice que Fernando González le mandaba mensajes dándole consejos. Y él, aún de 18 años, estaba seguro de que algún día heredaría su lugar. Por haber sido un juvenil destacado, Urzúa tenía una empresa que se hacía cargo de su carrera. Pero esa firma, que se llamaba TSP, también le ponía metas de crecimiento en el ranking. A los 20 años, Urzúa tendría que haber estado 300. Pero solo estaba cerca del 700. A los 21, TSP dejó de apoyarlo. Ahí se quedó solo.

-Cuando no cumplí el contrato, me desilusioné de mí, de mis expectativas. Me lesionaba, regresaba y luego me volvía a lesionar. Pasé de tener muchos auspiciadores a estar solo. De ser una promesa, a que no pasaba nada conmigo. De un día para otro sientes que toda la gente que te iba a ver jugar Futuros, y toda la gente que te saludaba después del partido, que te decía que jugabas bien, que te pedía una foto, ya no estaban.

También hubo otro momento que lo hizo entender que ya no lo veían como antes.

-Como no exploté tan rápido, Fernando (González) después empezó a escribirle a otros niños de 18 años. Me fui dando cuenta en pequeños detalles como ese, que se me estaba pasando el tren. Jugaba pensando en el qué dirán y no llegaban los resultados -dice Urzúa.

Era 2009. Le quedaban 50 mil pesos y un pasaje para jugar unos Futuros en Argentina. Allá llegó a cuartos de final. Con esos 300 dólares pagó la pieza del hostal con baño compartido y las pastas que se repitió toda la semana.

Con Juan Carlos Sáez fue distinto. Casi no viajó afuera siendo juvenil. De hecho, él dice que hasta los 17 años no era tan bueno. Pero que en ese momento creció, mejoró y se convirtió en el mejor menor de 18 de Chile. Ahí decidió hacerse profesional. A los 21, su padre, un vendedor de artículos médicos, le dijo que ya no podía seguir financiándolo. Fue entonces que conoció a Juan Pablo Abarca, un entrenador chileno que le consiguió fondos para ir a Europa.

-Hice final en un Futuro de Bélgica -recuerda Sáez-. Cobré como 700 euros en premios. Pero el hotel me salió 800. Casi siempre entro a la cancha pensando en que si no gano, no tengo para pagar los gastos del día siguiente.

Esa realidad lo obligó a viajar a lugares donde pudiera encontrar precios más baratos.

-Es complicado irte tres meses fuera de tu casa. Lo digo por nosotros. Los que juegan ATP, tienen unos torneos de locos, que obviamente te dan ganas de jugar -dice Sáez-. Pero nosotros tenemos que ir a lucharla a Egipto, porque no te queda otra tampoco.

-¿Qué piensa cuando viaja a torneos así?

-Mira dónde estoy.

En Europa hay ligas de clubes de tenis que, al igual que en un campeonato de fútbol, compiten entre ellos y se refuerzan con tenistas profesionales. Dependiendo del ranking, cada tenista puede cobrar cerca de mil dólares por partido. Ricardo Urzúa lo hace dos meses por año, desde 2010, en Alemania y República Checa. Ahí saca 12 mil euros. Esos ingresos, dice, sirven para explicar cómo ha mantenido 10 años de carrera, a pesar de solo haber ganado un total de 58.778 dólares en premios.

-Yo quiero aclarar cómo vivimos nosotros y lo difícil que es ser tenista si no tienes recursos -explica Urzúa-. Pero no es como aclararle al mundo si vendí un partido o no. Siento que no tengo que darle explicaciones a nadie.

Guillermo Pérez Roldán, técnico argentino, a cargo de Urzúa y Sáez, es categórico:

-Yo no enseño a hacer la trampa -dice, mientras mira a sus jugadores entrenar-. Este es un grupo de chicos que yo ayudo. Solamente por pasión. ¿Me explico? Los ayudo porque son chicos que quiero, que se esfuerzan, que no tienen cómo.

En 2014, Urzúa alcanzó su mejor ranking: fue 403 en singles y 275 en dobles. Ese momento, dice, se sintió como tenista porque tuvo ingresos. Después de ahorrar dos años, puso el pie para un departamento cerca del estadio Monumental. Con la ayuda de sus padres se compró un Peugeot 207. Ese auto lo perdería un año más tarde en un accidente automovilístico en Vicuña Mackenna que lo tuvo afuera unos meses. Después volvió. Nunca recuperó ese ranking.

Sáez también juega interclubes. Para un tenista como él, que ha ganado 86.909 dólares en ocho años de carrera, esos cinco mil euros anuales son imprescindibles. Y aun así, muchas veces no alcanza. Le pasó en 2014. Reventó todas sus tarjetas y no tenía dónde ir. Hasta que Hans Podlipnik, asegura Sáez, le prestó tres millones de pesos. Con eso vivió tres meses. Hasta hoy, cuenta, no ha podido pagarle de vuelta. No fue la única vez. Cuenta que hace unos años, el presidente de un club manejó los 500 kilómetros que separan a Múnich de Milán para ir a buscarlo, porque Sáez había excedido el cupo de su tarjeta y los últimos cinco euros que le quedaban los gastó en un pedazo de pizza para alimentarse.

-Cuando regreso de una gira y pago las tarjetas, me quedo con un poco para el día a día. Para los almuerzos, la movilización. No es mucho lo que he podido ahorrar -dice.

Juan Carlos Sáez ha ganado ocho Futuros. En septiembre de 2015 fue 230 del mundo. En noviembre de ese mismo año alguien lo golpeó en una discoteca de Vitacura y le provocó una doble fractura de mandíbula. Tuvo que dejar de competir para recuperarse. Volvió haciendo finales y ganando su último torneo, pero después su cuerpo comenzó a ceder. Con dolor, jugando con poca confianza, su ranking cayó. En Santiago, Sáez vive con su familia en avenida Grecia. No tiene auto ni ha podido poner un pie para un departamento. A pesar de que se lo ofrecieron, cuenta que tampoco aceptó una beca deportiva en una universidad en Estados Unidos. Su inglés no era muy bueno.

El que sí pudo fue Guillermo Núñez, que llegó a ser el décimo mejor junior del mundo en 2013. Ese mismo año ganó su único campeonato Futuro, en Chile, y logró un ranking adulto de 670. Al año siguiente, Núñez se fue a jugar tenis, becado, a la Texas Christian University. Ahí estudia Economía.

-Recuerdo que cuando gané el Futuro me dieron como mil y tantos dólares, por haber ganado cinco partidos. No es nada, ¿me entiendes? Son 600 lucas, pero si le restas todos los gastos, te quedas con cinco lucas.

-En el tema de las apuestas todos tienen un poco de culpa -opina Hans Podlipnik-. Los Futuros existen desde los 90 y repartían 10 mil dólares en premios hasta el año pasado. Pero si uno ve la inflación desde esa época hasta hoy, deberían ser de 20 mil. Y no es así.

El problema del tenis, dice Kris Dent, director ejecutivo de la ITF, es que hay demasiados tenistas.

-En 2013 había, entre hombres y mujeres, 15 mil personas que jugaron torneos profesionales. La mitad de ellos ni siquiera ganó un dólar en premios. Hay demasiadas personas que piensan que son profesionales, cuando no deberían ser más de mil hombres y mil mujeres. Y tal vez menos.

En Chile, de hecho, hay 24 jugadores con ranking profesional en singles. De esos, 11 están más abajo del lugar mil. Justamente a eso apelan los apostadores: tenistas compitiendo en la última división del deporte que, vendiendo un partido, pueden financiarse meses de gira. El año pasado, la Unidad de Integridad del Tenis (TIU), el organismo independiente encargado de velar por la probidad en el deporte, con sede en Londres, tuvo su año más prolífico: condenó a 11 personas. Siete eran jugadores. Ninguno de ellos alcanzó a estar entre los 160 mejores del mundo.

Los sobornos, como indica Mark Harrison, vocero de la TIU, también tienen otros formatos: “Ha habido instancias donde jugadores que perdieron en la última ronda de la clasificación a un torneo han intentado clasificar al cuadro principal, después de ofrecerles incentivos financieros a otros jugadores -ya clasificados-que arrastran lesiones”.

-Cualquiera sea la circunstancia personal, no puede haber justificación alguna para que un individuo elija la corrupción como una forma de financiar sus carrera tenística -dice.

El extenista Jorge Aguilar piensa distinto:

-A mí me han entrevistado los de la TIU. Les dije: no pidan que los jugadores no lo hagan. Si alguien te da 15 mil dólares por perder, ¿no lo piensas? Obviamente lo piensas. Por un partido ganas 200 dólares y por el otro lado te están ofreciendo una fortuna. La cabeza te da vueltas.

Sobre si hay jugadores chilenos investigados, Harrison dice:

-La TIU no da detalles sobre tenistas que puedan estar bajo investigación. Pero es de conocimiento público que ningún chileno ha sido procesado hasta la fecha.

Ricardo Uzúa apenas ha salido de la casa de sus padres desde que lo acusaron. Estuvo enfermo dos semanas con un virus. No ha podido entrenar. Pero dice que aún no lo echa de menos.

– Lo que más me da pena es que me pongan en tela de juicio. Me gustaría seguir trabajando en el tenis, pero esto ya me manchó. El otro día hablamos (con Sáez) y dijimos que teníamos muy mala suerte. Porque yo me compré un auto el año pasado con la ayuda de mis papás, y Juan Carlos se fue a México con la ayuda de su polola. Entonces la gente pensó que esa plata la sacamos de las apuestas. Pero la gente no sabe que yo me gano 12 mil euros en interclubes, que estuve cuatro años comiendo pura pasta. Que me compré mi departamento, pero no tenía ni para champú. Literalmente.

Sáez complementa:

-En los torneos nadie te va a recriminar en la cara, que es lo peor. Todos te matan por la espalda y después, cuando estás frente a ellos, buena onda. Pero te vas y te vuelven a matar. Así es la mayoría de los tenistas.

Aun así, Sáez dice que le hace falta el circuito.

-Esto es lo que elegí -admite-. Nunca fui bueno para los estudios, con suerte terminé cuarto medio. Pero he jugado tenis toda mi vida, preparándome para esto. Es lo único que sé hacer.

FUENTE: Revista Sábado de El Mercurio

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